jueves, 3 de enero de 2013

Todo se reduce a casualidades.

¿Dejarías pasar ese pequeño instante en el que, entre un cielo negro por la tormenta, un rayo de sol escapa e incide sobre la fachada dorada de el edificio más bonito que hayas visto?
 Es ese pequeño instante en el que todo coincide para dar algo precioso e inigualable, al fin y al cabo, no va a volver a repetirse, y si se repite, te aseguro que no vas a estar ahí para verlo.
 Pararías lo que estás haciendo y tomarías una fotografía.
Exactamente igual pasa en ese momento en el que dos personas saben con total claridad que no quieren ( y no digo pueden, digo quieren) vivir la una sin la otra, que se pasan los días hablando solo por miedo a olvidar la voz del otro.
¿Por qué desperdiciar ese momento en el que, entre millones de personas, todo ha coincidido entre dos de ellas?
 Sería como no parar lo que estás haciendo y tomar la foto, o mucho peor, tomarla para más tarde romperla.

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